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El cirujano

En una imagen El cirujano Por Brendan Hoffman

En un momento estaban atendiendo pacientes. Al siguiente estaban removiendo los escombros de un hospital infantil alcanzado por un misil ruso.

Este es el médico Ihor Kolodka. Es su propia sangre. Fue alcanzado por los escombros mientras operaba a una niña en Kiev.

Ladrillo a ladrillo, la gente se repartió los restos del Hospital Infantil de Ohmatdyt, mientras los equipos de rescate buscaban supervivientes.

Este es el edificio en el que trabajaba Kolodka cuando impactó el misil, enviando metralla y fragmentos de cristal a través de las habitaciones.

Mientras los voluntarios ayudaban a despejar el lugar, los equipos de rescate pudieron sacar al menos a tres niños de entre los escombros.

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El cirujano

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Por Brendan Hoffman

8 de julio de 2024 a las 23:16 ET
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“No podía no ayudar”, dijo Kolodka cuando hablamos horas después de que lo fotografiara ayudando a retirar escombros del ataque con misiles en Ucrania el lunes. “Es mi hospital, mi gente. Soy médico”.

Pero, primero, él mismo necesitaba ayuda.

Kolodka estaba haciendo una operación de labio leporino cuando sonaron las sirenas antiaéreas en Ohmatdyt. Como no podía dejar de trabajar, el equipo quirúrgico siguió adelante, hasta que se produjo la explosión.

Con la frente lacerada, Kolodka acudió a un colega para que le cosiera la herida y luego salió a ayudar, según me contó en una conversación telefónica.

El hospital fue impactado durante un bombardeo ruso a gran escala que el lunes mató al menos a 20 personas en ciudades de toda Ucrania.

Rusia dijo que había atacado instalaciones militares, pero en el hospital murieron un médico y otro adulto, según las autoridades locales, y al menos otras 16 personas sufrieron heridas, siete de ellas eran niños.

Un edificio médico de dos plantas situado a unos 137 metros del hospital principal sufrió los mayores daños, con la estructura completamente derrumbada.

Cuando sonaron las sirenas, el personal médico trasladó a los pacientes que podían ser trasladados a los pasillos, lejos de las ventanas.

Pero, tras la explosión, un médico recordó haber visto a decenas de personas “gravemente heridas” que se tambaleaban por los pasillos. Las imágenes del interior del hospital mostraban pasillos manchados de sangre, techos derrumbados y quirófanos destruidos. Cerca de la entrada se veía a una mujer con un niño pequeño cubierto de polvo y sangre.

Kolodka, de 30 años, quien ha trabajado en Ohmatdyt durante poco más de tres años, dijo que la niña que operó estaba bien.

Al final, sin embargo, la operación tuvo que interrumpirse al cortarse la electricidad. Los médicos utilizaron un respirador manual para que la niña siguiera respirando, y luego la trasladaron a otro hospital para poder terminar la intervención.

Escrito por Eric Nagourney.

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